El mayor inconveniente que tenemos es el partir de un criterio erróneo respecto a las culturas del pasado, y/o a las culturas que no son la occidental.
lunes, 25 de julio de 2016
El concepto de TAO
El Tao es el concepto mediante el cual se hace referencia a la unidad absoluta y al mismo tiempo mutable que conforman todas las cosas del Universo. Esa Unidad es la realidad suprema y el principio cosmológico y ontológico de todas las cosas.
Haber alcanzado este concepto supone haber llegado a desentrañar la Verdad Absoluta; la Verdad sobre la esencia primordial o el aspecto fundamental del universo y del hombre en él. El humano ha de integrarse espiritualmente al Universo, para lo cual requiere de afinarse a sí mismo, alcanzando pureza y claridad.Esto se logra alineando la propia existencia con el orden natural.
La verdad no puede ser nombrada, en contraste con las incontables cosas "nombrables" en las que se manifiesta.
El politeísmo es feminista
El Machismo, la cultura Yang, considera a la Cultura Yin como de religión politeísta, para denostarla, para desprestigiarla.
Son culturas Yin todas las culturas indoamericanas, el hinduismo, las antiguas religiones egipcia, griega, romana, celta y nórdica.
En las sociedades politeístas o feministas no suele existir una narración o versión teológica ni una 'revelación' propiamente dicha, aunque suele coexistir con sistemas filosóficos y éticos bastante complejos.
Cada fuerza sobrenatural o acontecimiento trascendental (como el rayo, la muerte o el embarazo) atiende a unos mecanismos establecidos que conforman un complejo orden cósmico muy jerarquizado, descrito mediante mitos, leyendas y obras sagradas.
En el politeísmo, debido a un entramado muy consolidado de transmisión, oral o escrita, el conocimiento es acumulativo, es decir, es ampliado por la especulación de los individuos dedicados a ello (chamanes, brujos, poetas), muchas veces espiando el lado invisible mediante el uso de alucinógenos.
Se suele señalar que el politeísmo corresponde, a menudo, a sociedades igualmente jerarquizadas, con una gran demarcación en clases sociales. Ejemplos habituales se darían en el Antiguo Egipto, en la cultura clásica griega y romana o en el hinduismo.
El politeísmo está considerado por algunos antropólogos como una forma avanzada de religiosidad (propia de un cierto nivel de civilización), en la que las fuerzas de la naturaleza son separadas y seleccionadas, y, finalmente, representadas por una serie de dioses antropomórficos.
Son culturas Yin todas las culturas indoamericanas, el hinduismo, las antiguas religiones egipcia, griega, romana, celta y nórdica.
En las sociedades politeístas o feministas no suele existir una narración o versión teológica ni una 'revelación' propiamente dicha, aunque suele coexistir con sistemas filosóficos y éticos bastante complejos.
Cada fuerza sobrenatural o acontecimiento trascendental (como el rayo, la muerte o el embarazo) atiende a unos mecanismos establecidos que conforman un complejo orden cósmico muy jerarquizado, descrito mediante mitos, leyendas y obras sagradas.
En el politeísmo, debido a un entramado muy consolidado de transmisión, oral o escrita, el conocimiento es acumulativo, es decir, es ampliado por la especulación de los individuos dedicados a ello (chamanes, brujos, poetas), muchas veces espiando el lado invisible mediante el uso de alucinógenos.
Se suele señalar que el politeísmo corresponde, a menudo, a sociedades igualmente jerarquizadas, con una gran demarcación en clases sociales. Ejemplos habituales se darían en el Antiguo Egipto, en la cultura clásica griega y romana o en el hinduismo.
El politeísmo está considerado por algunos antropólogos como una forma avanzada de religiosidad (propia de un cierto nivel de civilización), en la que las fuerzas de la naturaleza son separadas y seleccionadas, y, finalmente, representadas por una serie de dioses antropomórficos.
Akhenatón
Dentro de la Cultura Egipcia hay un punto de inflexión; un momento en que se intenta pasar de la Cultura Yin, feminista, a la Cultura Yang, machista.
Fue Akhenatón el que empezó a dirigir ese cambio, que ya se había manifestado en los demás pueblos de la región.
Pero existe una versión revolucionaria:
Abraham, el padre de los creyentes y la piedra angular de las tres grandes religiones monoteístas, no era el patriarca bíblico, sino el faraón Akenaton. Y Moisés no era, como cuenta la Biblia, hijo de «un hombre y una mujer de la tribu de Leví», sino un general egipcio, seguidor de la religión de Abraham.
Esta es al menos la tesis que sostienen dos investigadores franceses, judíos para más señas, llamados Roger y Messod Sabbah, autores de "Los secretos del Éxodo".
Hace más de 20 años los dos hermanos se plantearon la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que Abraham y Moisés en particular, y el pueblo hebreo en general, no dejaran rastro alguno en el antiguo Egipto, pese a ser éste el escenario de gran parte del Antiguo Testamento? Y la respuesta la encontraron después de más de dos décadas de exhaustivos estudios filológicos, lingüísticos y arqueológicos.
Lo primero que hicieron los dos hermanos judíos fue comparar los textos de la Biblia hebrea y aramea a partir de la exégesis de Rachi (1040-1105), autor de un comentario del Antiguo Testamento basado en el Pentateuco hebreo y en la Biblia aramea. Después, realizaron excavaciones en Egipto y estudiaron a fondo las pinturas murales que ornan las tumbas del Valle de los Reyes, donde descubrieron, escondidos entre los jeroglíficos, diversos símbolos de la lengua hebrea. Y poco a poco fueron uniendo los cabos del rompecabezas que les condujo a este excepcional hallazgo: que los judíos son de origen egipcio.
EL ÉXODO
Según Roger y Messod, el famoso Éxodo bíblico fue la expulsión de Egipto de los habitantes monoteístas de Aket-Aton. Ésta era la ciudad de Akenaton y de su mujer Nefertiti. Akenaton adoraba a un solo Dios y era, por lo tanto, monoteísta. Le sucedió Tutankamon y, a éste, el faraón Aï, que reinó del 1331 al 1326 antes de Cristo. Fue precisamente este último faraón, furibundo politeísta, el que dio la orden de expulsar del país a los habitantes monoteístas de la ciudad de Aket-Aton.
Más aún, los egipcios expulsados hacia Canaán, provincia situada a 10 días de marcha desde el valle del Nilo, no se llamaban hebreos, sino yahuds (adoradores del faraón) y, años después, fundaron el reino de Yahuda (Judea).
A partir de este descubrimiento, ambos investigadores descifran el libro del Génesis y comprueban que reproduce punto por punto la cosmogonía egipcia.
Y es que la Biblia, al hablar de Abraham, respeta el orden cronológico de la vida del faraón monoteísta y refleja su biografía en perfecta sintonía con la egiptología: desde el sacrificio de su hijo a la ruptura con el politeísmo, pasando por la destrucción de los ídolos o las intrigas entre sus esposas. Sólo así se explicaría el hecho de que no se hayan descubierto en los jeroglíficos egipcios testimonios de un pueblo que vivió 430 años en Egipto (210 como esclavo) bajo distintos faraones. Y sólo así se explicaría que los expulsados pudieran instalarse en Canaán, administrada por Egipto durante gran parte de su historia, sin que la autoridad faraónica reaccionara. Y sólo así se explicaría cómo un pueblo tan impregnado por la sabiduría de Egipto pudo desaparecer de la manera más misteriosa, sin dejar rastro o huella alguna ni en las tumbas ni en los templos.
Sigmund Freud llegó, por intuición, a la misma conclusión. «Si Moisés fue egipcio, si transmitió su propia religión a los judíos, fue la de Akenaton, la religión de Aton». Y así fue.
Fue Akhenatón el que empezó a dirigir ese cambio, que ya se había manifestado en los demás pueblos de la región.
Pero existe una versión revolucionaria:
Abraham, el padre de los creyentes y la piedra angular de las tres grandes religiones monoteístas, no era el patriarca bíblico, sino el faraón Akenaton. Y Moisés no era, como cuenta la Biblia, hijo de «un hombre y una mujer de la tribu de Leví», sino un general egipcio, seguidor de la religión de Abraham.
Esta es al menos la tesis que sostienen dos investigadores franceses, judíos para más señas, llamados Roger y Messod Sabbah, autores de "Los secretos del Éxodo".
Hace más de 20 años los dos hermanos se plantearon la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que Abraham y Moisés en particular, y el pueblo hebreo en general, no dejaran rastro alguno en el antiguo Egipto, pese a ser éste el escenario de gran parte del Antiguo Testamento? Y la respuesta la encontraron después de más de dos décadas de exhaustivos estudios filológicos, lingüísticos y arqueológicos.
Lo primero que hicieron los dos hermanos judíos fue comparar los textos de la Biblia hebrea y aramea a partir de la exégesis de Rachi (1040-1105), autor de un comentario del Antiguo Testamento basado en el Pentateuco hebreo y en la Biblia aramea. Después, realizaron excavaciones en Egipto y estudiaron a fondo las pinturas murales que ornan las tumbas del Valle de los Reyes, donde descubrieron, escondidos entre los jeroglíficos, diversos símbolos de la lengua hebrea. Y poco a poco fueron uniendo los cabos del rompecabezas que les condujo a este excepcional hallazgo: que los judíos son de origen egipcio.
EL ÉXODO
Según Roger y Messod, el famoso Éxodo bíblico fue la expulsión de Egipto de los habitantes monoteístas de Aket-Aton. Ésta era la ciudad de Akenaton y de su mujer Nefertiti. Akenaton adoraba a un solo Dios y era, por lo tanto, monoteísta. Le sucedió Tutankamon y, a éste, el faraón Aï, que reinó del 1331 al 1326 antes de Cristo. Fue precisamente este último faraón, furibundo politeísta, el que dio la orden de expulsar del país a los habitantes monoteístas de la ciudad de Aket-Aton.
Más aún, los egipcios expulsados hacia Canaán, provincia situada a 10 días de marcha desde el valle del Nilo, no se llamaban hebreos, sino yahuds (adoradores del faraón) y, años después, fundaron el reino de Yahuda (Judea).
A partir de este descubrimiento, ambos investigadores descifran el libro del Génesis y comprueban que reproduce punto por punto la cosmogonía egipcia.
Y es que la Biblia, al hablar de Abraham, respeta el orden cronológico de la vida del faraón monoteísta y refleja su biografía en perfecta sintonía con la egiptología: desde el sacrificio de su hijo a la ruptura con el politeísmo, pasando por la destrucción de los ídolos o las intrigas entre sus esposas. Sólo así se explicaría el hecho de que no se hayan descubierto en los jeroglíficos egipcios testimonios de un pueblo que vivió 430 años en Egipto (210 como esclavo) bajo distintos faraones. Y sólo así se explicaría que los expulsados pudieran instalarse en Canaán, administrada por Egipto durante gran parte de su historia, sin que la autoridad faraónica reaccionara. Y sólo así se explicaría cómo un pueblo tan impregnado por la sabiduría de Egipto pudo desaparecer de la manera más misteriosa, sin dejar rastro o huella alguna ni en las tumbas ni en los templos.
Sigmund Freud llegó, por intuición, a la misma conclusión. «Si Moisés fue egipcio, si transmitió su propia religión a los judíos, fue la de Akenaton, la religión de Aton». Y así fue.
TEMPLO y DEIDAD
La reverencia a la Deidad que mantiene el Orden y la Regularidad en la Naturaleza se efectuaba en un lugar puntual: el templo, pero antes de eso en una montaña sagrada o un paisaje bello y específico.
Los lugares bellos eran sagrados, es por eso que hoy encontramos rupestres en las mismas zonas hoy protegidas por su belleza.
Los rituales garantizaban la maat, el orden ideal de la naturaleza y la sociedad humana según las creencias egipcias.[2] El mantenimiento de esta maat era todo el propósito de la religión egipcia,[3] y por lo tanto también de los templos.[4]
Como poseedor de poder divino,[N 2] el faraón era considerado el representante de Egipto ante las divinidades y su más importante defensor de la maat. [6]
Aunque el faraón delegaba su autoridad, la realización de los rituales era un deber oficial, restringido sólo a los Sumos Sacerdotes.
Akenatón intentó modificar esta férrea estructura mental introduciendo el machismo a través de la observación y reverencia hacia el Dios Sol. Un Ser Masculino rigiendo los trabajos del mundo.
Los lugares bellos eran sagrados, es por eso que hoy encontramos rupestres en las mismas zonas hoy protegidas por su belleza.
Los rituales garantizaban la maat, el orden ideal de la naturaleza y la sociedad humana según las creencias egipcias.[2] El mantenimiento de esta maat era todo el propósito de la religión egipcia,[3] y por lo tanto también de los templos.[4]
Como poseedor de poder divino,[N 2] el faraón era considerado el representante de Egipto ante las divinidades y su más importante defensor de la maat. [6]
Aunque el faraón delegaba su autoridad, la realización de los rituales era un deber oficial, restringido sólo a los Sumos Sacerdotes.
Akenatón intentó modificar esta férrea estructura mental introduciendo el machismo a través de la observación y reverencia hacia el Dios Sol. Un Ser Masculino rigiendo los trabajos del mundo.
El Equilibrio del Mundo
Los templos egipcios fueron construidos para el culto oficial y la conmemoración del ORDEN en el Antiguo Egipto y en las regiones bajo su dominio.
Los templos eran vistos como el hogar de las diosas y faraones a quienes eran dedicados; en ellos los egipcios llevaban a cabo diversos rituales.
La cultura del Antiguo Egipto era mística, consistía en realizar ofrendas a sus diosas, recrear pasajes mitológicos a través de festivales y protegerse de las fuerzas del Caos. Estos rituales eran vistos como necesarios para que las diosas mantuvieran la maat, el ORDEN DIVINO DEL UNIVERSO.
Los templos eran vistos como el hogar de las diosas y faraones a quienes eran dedicados; en ellos los egipcios llevaban a cabo diversos rituales.
La cultura del Antiguo Egipto era mística, consistía en realizar ofrendas a sus diosas, recrear pasajes mitológicos a través de festivales y protegerse de las fuerzas del Caos. Estos rituales eran vistos como necesarios para que las diosas mantuvieran la maat, el ORDEN DIVINO DEL UNIVERSO.
DIOSAS y DIOSES
En una Cultura YIN el Ser Superior es Femenino: la Diosa, o las Diosas.
En una Cultura YANG el Ser Superior es Masculino, el Dios, "EL".
En una Cultura YANG el Ser Superior es Masculino, el Dios, "EL".
domingo, 24 de julio de 2016
YIN y YANG: Femenino y Masculino
Como sabemos las culturas del mundo siempre subrayaron la DUALIDAD. Las cosas del Universo son bipolares: existe en Polo Positivo y el Polo Negativo, la Femenino y lo Masculino.
Las culturas del mundo fluctúan entre lo Femenino y lo Masculino. Cuando se habla de un cambio de Polos se está diciendo que la tendencia se focaliza hacia uno de los Polos y luego va rotando hacia cambiar de Polaridad.
En el presente la cultura fue Yang, es Yang; extremadamente racionalista y tecnológica. Sin embargo en el libro "El Tao de la Física" de Fritjof Cafca, el autor considera que en el trabajo por interpretar el misterio de la creación y de la vida, el ser humano ha seguido uno de dos caminos, el científico racional (Yang) y el místico intuitivo (Yin). La tesis que plantea es: Los conceptos de la física moderna se están volcando del Yang al Yin.
El Yang representa la preeminencia de lo Masculino, del Sol, del Fuego, del Reino del Soberano. Se manifiesta mediante la conquista, la tecnología, la arquitectura deslumbrante, el Imperialismo, las grandes obras hidráulicas, el metal, las minas, las armas; de la competitividad, del individualismo.
El Yin es el Reino del Matriarcado; el Reino de la Madre, de la tierra, de los templos, de lo místico, de la recolección, de la reverencia al agua límpida, de la reciprocidad, de la cooperación y el comunitarismo.
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